jueves, 31 de enero de 2008

Julio Villanueva Chang

Julio Villanueva Chang es licenciado en educación y empírico periodista. El Malpensante, Gatopardo, El Pais de España, son algunos de los medios en los que ha dejado ver su ingenio periodístico. Sin embargo, el mérito que más reconocimiento le ha otorgado, es levantar una revista de periodismo literario en Latinoamérica, teniendo en su repertorio mensual la colaboración de grandes escritores en el mundo. Etiqueta Negra es la revista que sin presupuesto alguno logró atraer la atención de muchos nuevos lectores.


Destudio: Descríbenos como fue tu vida de estudiante
Julio Villanueva Chang: Estudié en un colegio que ya no existe, era un colegio privado, de pago. Era en un barrio muy popular de Lima, se llaman barrios Altos, cuyo nombre suena aristocrático pero era todo lo contrario. Era un colegio donde iban expulsados de otros colegios por lo tanto no fue un honor yo acabar en el primer puesto de mi promoción. Mis compañeros eran delincuentes, pequeños traficantes de drogas, gente malandra. No tenía otro destino que quedar en primer puesto. Yo era una persona muy serena, curiosa.

Yo había asistido allí porque mi madre en algún tiempo, años anteriores, había sido secretaria en ese colegio y me daban media beca, un par de buenos profesores, y no se… uno no elije. Tampoco se lo pregunté a mi mamá y tampoco se lo puedo preguntar porque ya murió. Fue una gran escuela callejera porque cuando tu entrabas a ese colegio no salías de la calle. Recuerdo una frase de Dostoievsky que decía que había conocido a los hombres más humanos de la tierra en la cárcel del Siberia y yo creo que también los conocí en este lugar, en mi colegio, porque no tenían ningún interés de estudiar y en las calles no hay lugar para estudiar. Era un colegio muy violento, de machos.

D: Cómo era la relación con los profesores del colegio y cúal fue tu posición frente a la educación que te brindaron.
J: Era cordial, tenía una buena relación. Como no había mucha apreciable en ese salón yo tenía muy buena relación con ellos. Estas hablando con un educador. Yo estudie educación en la Universidad de San Marcos que es como la Universidad de Izquierda, la más antigua de América. Pero la carrera era muy mediocre, por no decir mala. Una de las cosas que siempre quise ser, es no ser tan espantoso como maestro. Entonces enseñé en colegios de adolescentes durante 6 años, en colegios privados. Y pues los apodos que son los que más o menos te definen eran Esopo, Kafka. Porque realmente intentaba ser distinto a otros profesores, eran colegios donde en algunos casos los alumnos eran muy atrevidos y donde la violencia solamente crea irreverencia. En lugar de rebeldía, eran revoltosos. Había que ser algo más que mago para decir algo simpático y atraerlos. Yo tenía que hacerles notar que yo podía pelearme con ellos a la salida de Colegio, pero al mismo tiempo, ser bastante actor, tener buen humor, manejar a los atrevidos, a los respondones, saber como castigar cuando tenías que castigar. Sobre todo era hacerles entender que lo que iba a decirles en la clase estaba cerca de ellos. Esa fue mi preocupación, hacerles entender que esto no era parte de un programa ni de un libro que era ajeno a ellos, sino que era un proceso de quererse así mismos. Yo siempre trataba de hacer todas las cosas en función del autoestima o su amor propio. Esa ha sido mi única ética.


D: ¿Y funcionó? quiero decir ¿qué pensaban los alumnos?
J: Yo nunca lo supe, yo era un profesor joven, todavía no terminaba mi carrera. Al estar en un colegio estatal por ley podría venir un profesor graduado y quedarse allí. Y sucedió una vez. Uno de los mayores homenajes que te pueden hacer los alumnos es que con el tiempo, si vas caminando por la calle, se atrevan a cruzar la vereda (la calle) para saludarte, que no se hagan los locos, o los que no te vieron y se vayan. La suerte que he tenido de que en mi vida hay docenas de exalumnos que han cruzado la calle a tropezarse conmigo.

Cuando me corrieron del Colegio porque venía una maestra titulada, me sentí como en La Sociedad de los Poetas Muertos. Hay algunos que lloraron. Eran de colegios secundarios, donde los hombres no lloran y menos con un maestro y yo creo que también lloré de saber que ellos lloraban, es conmovedor.


D: Qué sucede después ¿a donde vas?
J: Es muy raro porque deje de ser profesor de adolescentes porque uno no sabe de ellos qué se puede esperar. Un día puedes ser su ídolo pop y otro día incrustarte un puñal y hablar pestes de ti, y doblar el puñal varias veces. Llega un momento que me cansé bastante de esa oscilación emocional, de ser fabricante de entusiasmos y decidí empezar a enseñar a un público que fuera más estable emocionalmente y sobre todo que quisiera estar allí, no obligado, que quisieran escuchar a alguien. Ya cumplí mi cuota, así como te dije que sucedió con Etiqueta Negra.

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