jueves, 31 de enero de 2008

Notas desde África

Baaba Maal es un artista africano que se pasea por las fronteras del mundo haciendo de su arte, un lenguaje universal. Él quiere que las nuevas generaciones entiendan que la música, también es un medio para la educación. En Colombia, usó Guantanamera y El Carretero como parte de un repertorio que hablaba de paz, salud y vida.



Un político italiano decía que "la música es el eco del mundo invisible" y hoy, más de cien años después esta frase pareciera tener la mejor representación en el músico senegalés, Baaba Maal. Él tiene dos objetivos: Mostrar al mundo su cultura y que su cultura conozca el mundo. Para eso se vale de escenarios donde las costumbres autóctonas de su pueblo, los bailes africanos, fuertes mensajes sociales, percusión, música fusionada, cobran protagonismo para dejar en el público la sensación de haber estado presentes en un país desconocido donde tal vez no se viva bien, pero al menos se lucha y se ríe.

Con las desventajas de crecer en una familia que lo presentía abogado, él se dedico a abrir sus propias oportunidades como músico y fue entonces cuando comenzó a acumular éxitos. Sin embargo, diferente a otros artistas, poco le interesa entrar en el ranking de las ventas, prefiere educar a través de la música y transmitir a otros lugares los valores de su cultura, la armonía con la naturaleza.

"Nosotros en realidad no pensamos en ventas, en numero de cd´s, sino en como la gente lo va a usar para llevar mejor vida". afirma el artista en una conferencia ofrecida en el marco del Hay Festival.

Bajo la influencia de Bob Marley y James Brown, llega a crear una propuesta que mezcla la música jazz, blues, música electrónica y africana. Todo influenciado por los griots, una cultura que se dedica a almacenar historias que se transmiten a través de la palabra -y en el caso de Maal- que aprendió la técnica para poner en sus letras mensajes educativos para las personas de su cultura. "El papel del músico no es tanto el entretenimiento sino el comentador social, el educador. Eso me di cuenta que podía tener una esperanza a través de la voz". Explicó.

Actualmente forma parte del equipo de África 2015, que junto con otros músicos como Bono de U2, se convierten en activista de la lucha contra el hambre y el SIDA. Además, también ha sido embajador de la ONU en África y ha colaborado con la ONG Oxfam.

Cuando le preguntan por la educación Maal dice que en su país los recursos son muy precarios y que el mayor inconveniente que esto genera es la falta de conectividad. "Invertir en educación es el consejo que doy a los lideres dentro y fuera de mi país. Los niños no se pueden quedar sin educación, conectarse con todas partes del mundo es una necesidad y -sin educación- seguimos estando lejos de todo lo que sucede en el mundo. La educación es la clave para abrir la mente".

Por eso, Maal quiere ser un puente de comunicación, quiere que Senegal escuche mensajes de paz, de salud, de convivencia. Por eso acepta que sus jóvenes escuchen hip hop y aprendan qué es el Sida y los derechos humanos. Incluso, por eso también admite que prefiere una guitarra eléctrica occidental para componer sus canciones.

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Julio Villanueva Chang

Julio Villanueva Chang es licenciado en educación y empírico periodista. El Malpensante, Gatopardo, El Pais de España, son algunos de los medios en los que ha dejado ver su ingenio periodístico. Sin embargo, el mérito que más reconocimiento le ha otorgado, es levantar una revista de periodismo literario en Latinoamérica, teniendo en su repertorio mensual la colaboración de grandes escritores en el mundo. Etiqueta Negra es la revista que sin presupuesto alguno logró atraer la atención de muchos nuevos lectores.


Destudio: Descríbenos como fue tu vida de estudiante
Julio Villanueva Chang: Estudié en un colegio que ya no existe, era un colegio privado, de pago. Era en un barrio muy popular de Lima, se llaman barrios Altos, cuyo nombre suena aristocrático pero era todo lo contrario. Era un colegio donde iban expulsados de otros colegios por lo tanto no fue un honor yo acabar en el primer puesto de mi promoción. Mis compañeros eran delincuentes, pequeños traficantes de drogas, gente malandra. No tenía otro destino que quedar en primer puesto. Yo era una persona muy serena, curiosa.

Yo había asistido allí porque mi madre en algún tiempo, años anteriores, había sido secretaria en ese colegio y me daban media beca, un par de buenos profesores, y no se… uno no elije. Tampoco se lo pregunté a mi mamá y tampoco se lo puedo preguntar porque ya murió. Fue una gran escuela callejera porque cuando tu entrabas a ese colegio no salías de la calle. Recuerdo una frase de Dostoievsky que decía que había conocido a los hombres más humanos de la tierra en la cárcel del Siberia y yo creo que también los conocí en este lugar, en mi colegio, porque no tenían ningún interés de estudiar y en las calles no hay lugar para estudiar. Era un colegio muy violento, de machos.

D: Cómo era la relación con los profesores del colegio y cúal fue tu posición frente a la educación que te brindaron.
J: Era cordial, tenía una buena relación. Como no había mucha apreciable en ese salón yo tenía muy buena relación con ellos. Estas hablando con un educador. Yo estudie educación en la Universidad de San Marcos que es como la Universidad de Izquierda, la más antigua de América. Pero la carrera era muy mediocre, por no decir mala. Una de las cosas que siempre quise ser, es no ser tan espantoso como maestro. Entonces enseñé en colegios de adolescentes durante 6 años, en colegios privados. Y pues los apodos que son los que más o menos te definen eran Esopo, Kafka. Porque realmente intentaba ser distinto a otros profesores, eran colegios donde en algunos casos los alumnos eran muy atrevidos y donde la violencia solamente crea irreverencia. En lugar de rebeldía, eran revoltosos. Había que ser algo más que mago para decir algo simpático y atraerlos. Yo tenía que hacerles notar que yo podía pelearme con ellos a la salida de Colegio, pero al mismo tiempo, ser bastante actor, tener buen humor, manejar a los atrevidos, a los respondones, saber como castigar cuando tenías que castigar. Sobre todo era hacerles entender que lo que iba a decirles en la clase estaba cerca de ellos. Esa fue mi preocupación, hacerles entender que esto no era parte de un programa ni de un libro que era ajeno a ellos, sino que era un proceso de quererse así mismos. Yo siempre trataba de hacer todas las cosas en función del autoestima o su amor propio. Esa ha sido mi única ética.


D: ¿Y funcionó? quiero decir ¿qué pensaban los alumnos?
J: Yo nunca lo supe, yo era un profesor joven, todavía no terminaba mi carrera. Al estar en un colegio estatal por ley podría venir un profesor graduado y quedarse allí. Y sucedió una vez. Uno de los mayores homenajes que te pueden hacer los alumnos es que con el tiempo, si vas caminando por la calle, se atrevan a cruzar la vereda (la calle) para saludarte, que no se hagan los locos, o los que no te vieron y se vayan. La suerte que he tenido de que en mi vida hay docenas de exalumnos que han cruzado la calle a tropezarse conmigo.

Cuando me corrieron del Colegio porque venía una maestra titulada, me sentí como en La Sociedad de los Poetas Muertos. Hay algunos que lloraron. Eran de colegios secundarios, donde los hombres no lloran y menos con un maestro y yo creo que también lloré de saber que ellos lloraban, es conmovedor.


D: Qué sucede después ¿a donde vas?
J: Es muy raro porque deje de ser profesor de adolescentes porque uno no sabe de ellos qué se puede esperar. Un día puedes ser su ídolo pop y otro día incrustarte un puñal y hablar pestes de ti, y doblar el puñal varias veces. Llega un momento que me cansé bastante de esa oscilación emocional, de ser fabricante de entusiasmos y decidí empezar a enseñar a un público que fuera más estable emocionalmente y sobre todo que quisiera estar allí, no obligado, que quisieran escuchar a alguien. Ya cumplí mi cuota, así como te dije que sucedió con Etiqueta Negra.

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Se necesitan periodistas

Germán Castro Caycedo lleva más de 50 años como periodista. Ha sido distinguido con diez premios nacionales de periodismo y doce internacionales. Rodeado de escritores, estimula el debate sobre la falta de rigor periodístico de la nueva generación y una delicada crisis del uso de la crónica y el reportaje en los periódicos.





No es una sorpresa que los grandes periodistas de nuestra historia hablen en este momento de un declive de la profesión en Colombia. El arte de contar historias, pareciera ocurrir solo en las páginas de los libros y no en los periódicos donde queda su verdadero nido. Para Germán Castro Caycedo estamos frente a una generación poco preparada históricamente que jamás supo que los grandes hechos de nuestro país, pasaron por las páginas rojas de los periódicos, y llevaban la marca inequívoca de la imaginación y los buenos relatos.

Asediado por la prensa, colegas y admiradores, sale Germán Castro del Teatro Heredia en Cartagena. Acaba de terminar un agitado debate sobre el periodismo en Colombia y con ánimo de seguir alimentando sus argumentos, me cita a la mañana siguiente en el Hotel Santa Teresa. Llego y el asedio no es menor, esta conversando con algunas personas, entonces lo espero.

Se disculpa por la demora y nos sentamos. Es una conversación sin rigor periodístico, casi una conversación entre un gran periodista que quiere hablar sobre el futuro de su oficio y una joven que quiere hablar sobre el pasado que parecía ser mejor. Bastó comenzar a escucharlo para darme cuenta que cuando Germán crecía como cronista, leía a García Márquez, Germán Pinzón, Miguel Villamil. Cuando mi generación crecía para hacer periodismo, leíamos además a Germán Castro Caycedo.

Destudio: ¿Cual fue el primer acercamiento que tiene Germán Castro Caycedo con el periodismo?
Germán Castro Caycedo: Hace 14 años creo. Llegaban los dos periódicos nacionales, El Tiempo y El Espectador. Uno a mi casa y el otro donde mis abuelos. Y empecé porque mi papa me recomendó que leyera la prensa. Encontré una generación de grandes cronistas, pero de grandísimos cronistas. Estaban por ejemplo, Germán Pinzón luego venía García Márquez, Miguel Villamil, Pardo García. Entonces, encontré el modelo. Los países son de modelos. Yo lo encontré y dije: yo cuando sea grande quiero ser eso. Quiero ser periodista.

D: ¿Es el Nuevo Periodismo una forma nueva de hacer periodismo?
G: Nuevo periodismo -primero que todo- no hay. Eso es un término que se asumió en The New Yorker cuando citó un periodista gringo, y dijo, estamos ante el nuevo periodismo Americano. Y ellos se creen que son América. Pero eso era el periodismo de los estados Unidos. Aquí no hay Nuevo periodismo. Aquí hay crónica o reportaje que me parece lo mismo y que ha evolucionado: nace con los cronistas de indias y a través de la historia ha venido evolucionando.
La crónica es el genero menor de la narrativa. Pero aquí no hay nuevo periodismo. No ha habido y desde luego no habrá. No ha cambiado nada. El periodismo joven no ha aportado nada. Desgraciadamente el periodismo joven se esta haciendo en facultades donde no hay periodismo y ha bajado mucho. No se dan en las facultades materias básicas. Yo he mirado los pensum, materias como narrativa, técnicas narrativas, no se dan. No se da metodología de trabajo de campo. No se da una cosa muy importante que es la historia de Colombia.

D: ¿Estariamos entonces ante un declive del periodismo escrito para esta gerneración?
G: Desde luego que si. El periodismo -con excepciones porque hay muy buenos cronistas- ha bajado y no porque diga yo que todo tiempo pasado fue mejor, pero ha bajado mucho el nivel. No se investiga mucho, los directivos de los periódicos no cuidaron la crónica. Google, la gente cree que google lo selecciona todo y una base para el periodismo es ir al lugar donde ocurrieron los hechos, tener vivencias personales. Eso no lo soluciona google.

D: ¿En el colegio tuvo algún incentivo para llegar a ser periodista?
G: En el colegio había una revista. Desde luego a los 16 años comencé a laborar con la revista. A los 19 años, en mi pueblo en Zipaquirá tuve un programa de radio, lo único de lo que medio sospechaba era de toros, entonces el programa fue de toros. Luego, me vine a Bogotá y traje el programa para acá. Llegué a Bogotá, inicié Antropología -no con fines de ser antropólogo- pero si con la intención de tener una mejor visión del país. Poder descifrar mejor el país.
Luego entré al Tiempo. Tuve la suerte de entrar allí. Estando en El Tiempo, nosotros no íbamos a Facultades de periodismo porque lo que aprendíamos en periódico era demasiado buen periodismo. Los correctores eran tres correctores de estilo. Dos de ellos eran de la Real Academia de la Lengua Española, y eran maestros. No corregían ni daban las ordenes. Yo me acuerdo de una corrección. Me llama don Humberto de Cáceres, y me dice, mijo venga aquí, en este reportaje no manejas el tiempo dramático. ¿Que es eso?, le pregunté. Pues que pase el tiempo: esta historia tiene un arco del tiempo de un año. Debe pasar mes a mes, vete a leer tal capitulo de tal libro y luego hablamos. Entonces teníamos unos maestros extraordinarios. Así los de economía iban a la facultad de economía, los de política iban a la facultad de derecho y nosotros no íbamos a ninguna parte.

D: ¿Llegó a inventar una historia?
G: No en ese tiempo. Inventé una historia, una medio novela mas adelante, cuando escribí Mi Alma se la dejo al Diablo. Con semejante historia, cometí la bobada de volverlo novela y cuando llevaba 300 paginas lo miré y era estupendamente pésimo. Era muy mala y la quemé volví a arrancar, esta vez como crónica. La realidad era que con semejante libro para que inventar.


D: ¿Qué papel juega la estética en el texto, y cómo esta, puede llegar a perturbar la realidad?
La estética no cambia la realidad. La narrativa nació en 1940 mas o menos con una base que es la estética. Son siete siglos. Ahora se escribe mucho gonorrea, Hijue... en las novelas colombianas. Yo no creo que estemos equivocado en siete siglos y medio la humanidad. La estética llega a la utilización de recursos literarios. Doy el ejemplo, si me voy al Guanía o Vichada, un lugar lejos, yo puedo hablar de Cielos Olvidados y no estoy mintiendo ni cambiando nada, y ese es un ejemplo estético.

D: Narcotráfico, violencia, sicarios, son temas que redundan en la literatura, el cine... hasta el punto que hay una visión agotada frente a estas historias. ¿Cuales creería que podrían ser para el futuro las nuevas tendencias para el periodismo y la literatura?
G: Tenemos una vocación trágica definitivamente. Estoy de acuerdo en que en el cine es demasiado -es falta de estética personal. La estética no esta solamente en escoger un tema. Cuando yo tenia 21 años escribí una serie para La República sobre gamines. Eso fue la maravilla. Pero se nos fue la mano, y lo que estamos encontrando en el cine es muy triste. Desde luego no se trata de darle la espalda a eso, se trata de tocarlos con estética. Por ejemplo, hay una película: Los Niños del Cielo, y es la miseria, es la pobreza absoluta iraní. Dos hermanitos que tienen solo un par de zapatos y los pierden. Pero la estética de eso y la belleza, es lo mismo pero sin putas y sicarios como lo hacen los colombianos y sin darle la espalda a eso.

D: ¿Cuál considera que es el mejor libro?
Ahora me volví a leer dos libros. Uno es Juan Rulfo y el Páramo en Llamas. Me volví a leer El Amor en los Tiempos del Cólera que es soberbio. Esos me encantan.

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miércoles, 30 de enero de 2008

Animados por la Tecnología

Andrew Ruhemann, el productor de las animaciones de Gorillaz y ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, estuvo en el Hay Festival de Cartagena. Vino a contar sus historias, a conocer la ciudad y a enseñar a los jóvenes a hacer magia con un computador.
Para ver traducción de la entrevista, amplíe el artículo completo.






Hay ocasiones en las que encontrar la idea que marcará el rumbo de la historia depende de estar en una cafetería, eligiendo la bebida apropiada con la gente que siempre ha querido hacer un gran proyecto. O por lo menos este es el caso de Andrew Ruhemann que cuando recibió por primera vez a cuatro personajes en un papel (Murdoc, Noodle, 2D y Russel) supo que habían sido creados para cosas grandes. Y todo sin pensar que en ese lugar sin importancia se marcaría la forma de ver el hip hop en el mundo.

Gorillaz la agrupación más misteriosa de los últimos años, logró hacerse a un público enorme, haciendo uso de las maravillas de la animación ingeniadas por Andrew Ruhemann, el talento de Damon Albarn (cantante exintegrante de Blur) y Jamie Hewlett, dibujante inglés.

Estos cuatro personajes mal vestidos, con apariencia desgarbada, actitudes naturales y otras atracciones casi imposibles de explicar en medio de una intimidante concentración mundial, vendieron 6 millones de copias de su primer álbum y dejaron claro que con la tecnología podían crear verdaderos ídolos.

Sin embargo, el talento viene de un equipo humano tras las pantallas que estuvo en Cartagena con Andrew Ruhemann, explicándole a los jóvenes que los ídolos los escogen algo más que las masas, los escoge un gusto que viene de adentro, que es inexplicable a veces. El resto de la magia la pone la tecnología.


Destudio: ¿Cómo se logra que un personaje creado en una computadora, se conecte y logre una verdadera identidad con el público joven?

Andrew: Es una muy buena pregunta. Cuando un personaje animado se conecta con su público es gracias a las habilidades del artista, quien lo dibuja, quien lo hace, quien diseña el personaje. Es como en las películas, cuando un actor se ve peor que otros dado que no tienen carisma, el dibujo es lo mismo, está en el artista lograr que cuando cree un objeto, pueda crear un personaje con carisma


D: Por eso es que amamos a Roger Rabbit.


A: ¡Si exacto! Un verdadero gran artista lo dibujó. Tal vez si yo lo hubiera dibujado tu no tendrías ninguna conexión.


D: Hoy en día casi cualquier persona puede realizar una animación y publicarla en sitios como YouTube. ¿Qué hace la diferencia entre una gran animación y otra que no lo es?


A: Es también la diferencia entre quién puede lograr esa conexión de los personajes y quién no. No sé qué tan objetivo ni subjetivo es la respuesta a un trabajo artístico, pero -si hay una verdad objetiva- todos nosotros respondemos más a unas cosas que a otras. Por ejemplo, miramos una pintura, un Van Gogh, y todos quedamos impresionados, nadie puede decir que sea un mal artista. Pero ciertamente tenemos algo que nos permite juzgar una imagen con la que nos conectamos. Pero ¿qué hace una cosa fea y otra hermosa? no lo sé, es algo bien adentro (señala estómago). No sé la respuesta. Algunas personas tienen la habilidad: sean escritores, cineastas, ellos ponen algo al frente tuyo o proyectan algo al frente tuyo y algunos tienen una conexión emocional, o son estéticamente hermosos; algunos no; no sé cuál es la diferencia, es el ingrediente mágico.


D: Pero ahora tenemos millones de dónde escoger…


A: Si y tienes que pasar a través de todos. Mi trabajo como productor es el de seleccionador. Tienes todas estas producciones y tienes que decir: esto es bello, debes verlo; esto tiene gracia, míralo; esto no es bueno, no te ocupes de esto. Todo el tiempo estoy tomando decisiones, pero quién es quién para decir qué es bueno. Yo hago mi trabajo, he seleccionado exitosos artistas por ahora, pero algunas veces no acierto. Entonces ¿quién sabe?.


D: Has visto algo en Colombia que te llame la atención?

A: El Teatro de Heredia, amo la arquitectura de aquí. No he visto nada en la pantalla, deliberadamente no he visto nada en la pantalla. Ahora quiero estar aquí para experimentar el clima, los olores, la gente, las cosas de verdad. Veo la pantalla todo el tiempo. Esas cosas son las que me impresionan, la belleza de la ciudad.


D: A qué lugar del mundo hay que ir a estudiar para ser un gran producto o animador

A: No creo que haya una sola ruta. ¡Lo más importante es que lo hagas! Sólo hazlo porque ahora lo puedes hacer, ya no necesitas miles de libras esterlinas, necesitas las habilidades, como las de cámara, se puede animar con esas habilidades. Entonces, si realmente te apasiona y eso es lo que vas a hacer hay que dedicarse a eso: si vas a dibujar, dibuja mucho; si vas a modelar, tienes que adquirir experiencia, eso es lo más importante y ahí si tienes que buscar una buena universidad. No sé en Sur América o América Central cuáles son buenas universidades. También puedes hacer pasantías en compañías que ya hagan animaciones, les ayudas con sus trabajos, les haces el té, les haces trabajos, así aprenderás. Pero lo más importante es hacerlo y seguir haciéndolo.


D: Entonces, ¿piensas que la universidad es ahora como un segundo paso?

A: Creo que alguien que va a la universidad sin tener experiencia, le es menos útil que a alguien que haya experimentado todo el tiempo. A esta persona la universidad le va a enseñar nuevas estructuras, nuevas técnicas. Las universidades le pueden proveer buenos equipos. Entonces no puedo decir que una forma sea mejor que la otra, se complementan.


D: ¿Qué hacías antes de producir animaciones y qué te llevó a tomar este camino?


A: Estaba en la universidad, iba a ser actor, no sabía nada de animación. Y fue una coincidencia. Tenía un amigo que su padre era un famoso animador, por lo que fui a buscarlo por trabajo -y me dio trabajo- y cuando creí que iba a ser actor o un cineasta de películas no animadas, terminé haciendo a ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Eso fue hace 25 años atrás. Luego monté mi propia empresa y ahora hacemos toda clase de películas, ya no sólo animación: hacemos documentales, películas, televisión. La compañía hace de todo ahora, se está expandiendo.


D: ¿Cuánto de tu tiempo le dedicas a estos talleres con niños y cuál es la motivación?

A: No le dedico todo el tiempo que quisiera porque estamos haciendo películas todo el tiempo y eso toma mucho tiempo. Me gustaría hacer más talleres porque ahora que estoy envejeciendo, estoy en mejor posición para enseñar. Cuando estás joven no tienes nada qué enseñar pues todavía estás aprendiendo -y por supuesto que sigo aprendiendo- pero ya sé suficiente. Ahora se que debo pasar mi conocimiento a las generaciones más jóvenes. Creo que esa es mi motivación.

Pulsa aquí para ver los videos que se realizaron en el Hay Festivalito, Cartagena de Indias.

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