jueves, 31 de enero de 2008

Se necesitan periodistas

Germán Castro Caycedo lleva más de 50 años como periodista. Ha sido distinguido con diez premios nacionales de periodismo y doce internacionales. Rodeado de escritores, estimula el debate sobre la falta de rigor periodístico de la nueva generación y una delicada crisis del uso de la crónica y el reportaje en los periódicos.





No es una sorpresa que los grandes periodistas de nuestra historia hablen en este momento de un declive de la profesión en Colombia. El arte de contar historias, pareciera ocurrir solo en las páginas de los libros y no en los periódicos donde queda su verdadero nido. Para Germán Castro Caycedo estamos frente a una generación poco preparada históricamente que jamás supo que los grandes hechos de nuestro país, pasaron por las páginas rojas de los periódicos, y llevaban la marca inequívoca de la imaginación y los buenos relatos.

Asediado por la prensa, colegas y admiradores, sale Germán Castro del Teatro Heredia en Cartagena. Acaba de terminar un agitado debate sobre el periodismo en Colombia y con ánimo de seguir alimentando sus argumentos, me cita a la mañana siguiente en el Hotel Santa Teresa. Llego y el asedio no es menor, esta conversando con algunas personas, entonces lo espero.

Se disculpa por la demora y nos sentamos. Es una conversación sin rigor periodístico, casi una conversación entre un gran periodista que quiere hablar sobre el futuro de su oficio y una joven que quiere hablar sobre el pasado que parecía ser mejor. Bastó comenzar a escucharlo para darme cuenta que cuando Germán crecía como cronista, leía a García Márquez, Germán Pinzón, Miguel Villamil. Cuando mi generación crecía para hacer periodismo, leíamos además a Germán Castro Caycedo.

Destudio: ¿Cual fue el primer acercamiento que tiene Germán Castro Caycedo con el periodismo?
Germán Castro Caycedo: Hace 14 años creo. Llegaban los dos periódicos nacionales, El Tiempo y El Espectador. Uno a mi casa y el otro donde mis abuelos. Y empecé porque mi papa me recomendó que leyera la prensa. Encontré una generación de grandes cronistas, pero de grandísimos cronistas. Estaban por ejemplo, Germán Pinzón luego venía García Márquez, Miguel Villamil, Pardo García. Entonces, encontré el modelo. Los países son de modelos. Yo lo encontré y dije: yo cuando sea grande quiero ser eso. Quiero ser periodista.

D: ¿Es el Nuevo Periodismo una forma nueva de hacer periodismo?
G: Nuevo periodismo -primero que todo- no hay. Eso es un término que se asumió en The New Yorker cuando citó un periodista gringo, y dijo, estamos ante el nuevo periodismo Americano. Y ellos se creen que son América. Pero eso era el periodismo de los estados Unidos. Aquí no hay Nuevo periodismo. Aquí hay crónica o reportaje que me parece lo mismo y que ha evolucionado: nace con los cronistas de indias y a través de la historia ha venido evolucionando.
La crónica es el genero menor de la narrativa. Pero aquí no hay nuevo periodismo. No ha habido y desde luego no habrá. No ha cambiado nada. El periodismo joven no ha aportado nada. Desgraciadamente el periodismo joven se esta haciendo en facultades donde no hay periodismo y ha bajado mucho. No se dan en las facultades materias básicas. Yo he mirado los pensum, materias como narrativa, técnicas narrativas, no se dan. No se da metodología de trabajo de campo. No se da una cosa muy importante que es la historia de Colombia.

D: ¿Estariamos entonces ante un declive del periodismo escrito para esta gerneración?
G: Desde luego que si. El periodismo -con excepciones porque hay muy buenos cronistas- ha bajado y no porque diga yo que todo tiempo pasado fue mejor, pero ha bajado mucho el nivel. No se investiga mucho, los directivos de los periódicos no cuidaron la crónica. Google, la gente cree que google lo selecciona todo y una base para el periodismo es ir al lugar donde ocurrieron los hechos, tener vivencias personales. Eso no lo soluciona google.

D: ¿En el colegio tuvo algún incentivo para llegar a ser periodista?
G: En el colegio había una revista. Desde luego a los 16 años comencé a laborar con la revista. A los 19 años, en mi pueblo en Zipaquirá tuve un programa de radio, lo único de lo que medio sospechaba era de toros, entonces el programa fue de toros. Luego, me vine a Bogotá y traje el programa para acá. Llegué a Bogotá, inicié Antropología -no con fines de ser antropólogo- pero si con la intención de tener una mejor visión del país. Poder descifrar mejor el país.
Luego entré al Tiempo. Tuve la suerte de entrar allí. Estando en El Tiempo, nosotros no íbamos a Facultades de periodismo porque lo que aprendíamos en periódico era demasiado buen periodismo. Los correctores eran tres correctores de estilo. Dos de ellos eran de la Real Academia de la Lengua Española, y eran maestros. No corregían ni daban las ordenes. Yo me acuerdo de una corrección. Me llama don Humberto de Cáceres, y me dice, mijo venga aquí, en este reportaje no manejas el tiempo dramático. ¿Que es eso?, le pregunté. Pues que pase el tiempo: esta historia tiene un arco del tiempo de un año. Debe pasar mes a mes, vete a leer tal capitulo de tal libro y luego hablamos. Entonces teníamos unos maestros extraordinarios. Así los de economía iban a la facultad de economía, los de política iban a la facultad de derecho y nosotros no íbamos a ninguna parte.

D: ¿Llegó a inventar una historia?
G: No en ese tiempo. Inventé una historia, una medio novela mas adelante, cuando escribí Mi Alma se la dejo al Diablo. Con semejante historia, cometí la bobada de volverlo novela y cuando llevaba 300 paginas lo miré y era estupendamente pésimo. Era muy mala y la quemé volví a arrancar, esta vez como crónica. La realidad era que con semejante libro para que inventar.


D: ¿Qué papel juega la estética en el texto, y cómo esta, puede llegar a perturbar la realidad?
La estética no cambia la realidad. La narrativa nació en 1940 mas o menos con una base que es la estética. Son siete siglos. Ahora se escribe mucho gonorrea, Hijue... en las novelas colombianas. Yo no creo que estemos equivocado en siete siglos y medio la humanidad. La estética llega a la utilización de recursos literarios. Doy el ejemplo, si me voy al Guanía o Vichada, un lugar lejos, yo puedo hablar de Cielos Olvidados y no estoy mintiendo ni cambiando nada, y ese es un ejemplo estético.

D: Narcotráfico, violencia, sicarios, son temas que redundan en la literatura, el cine... hasta el punto que hay una visión agotada frente a estas historias. ¿Cuales creería que podrían ser para el futuro las nuevas tendencias para el periodismo y la literatura?
G: Tenemos una vocación trágica definitivamente. Estoy de acuerdo en que en el cine es demasiado -es falta de estética personal. La estética no esta solamente en escoger un tema. Cuando yo tenia 21 años escribí una serie para La República sobre gamines. Eso fue la maravilla. Pero se nos fue la mano, y lo que estamos encontrando en el cine es muy triste. Desde luego no se trata de darle la espalda a eso, se trata de tocarlos con estética. Por ejemplo, hay una película: Los Niños del Cielo, y es la miseria, es la pobreza absoluta iraní. Dos hermanitos que tienen solo un par de zapatos y los pierden. Pero la estética de eso y la belleza, es lo mismo pero sin putas y sicarios como lo hacen los colombianos y sin darle la espalda a eso.

D: ¿Cuál considera que es el mejor libro?
Ahora me volví a leer dos libros. Uno es Juan Rulfo y el Páramo en Llamas. Me volví a leer El Amor en los Tiempos del Cólera que es soberbio. Esos me encantan.

No hay comentarios: